jueves, septiembre 29, 2005

El puente de Rande

San Diego, donde "Padres" no es familia sino equipo de baseball. Un hot dog por $5.50. Los menores de 21 se emborrachan en los partidos de fútbol universitario, donde es mucho más fácil colar una ID falso. La botella de cerveza son $6.50. No conozco a ningún europeo que haya sido capaz de acabar un partido completo, todos se marchan después de un par de horas.


Hoy me ha venido a la cabeza un libro que visité hace ya algunos años, "Madera de boj", de Camilo José Cela. Recuerdo vagamente el argumento y un poco mejor lo curioso de su forma de narrar la historia, apoyada en los naufragios de cientos/miles de barcos en la costa que conecta las dos mitades de mi hogar. Ahora mismo me apetecería volver a abrirlo, creo que podría resucitar el olor a Ría ya tan solo presente en mi memoria. Lo veo, está sobre la estantería de la cabecera de mi cama viguesa, aquella reservada a los libros que merecerían una segunda lectura, los buenos.


En algún lugar olvidado del otro estante, algo más grande, situado justo en la pared al otro lado de la habitación, debería estar la única carta (de amor) que me han escrito en mi vida. El único papel manuscrito dentro de un sobre con mi nombre fuera, más allá de propaganda, multas y respuestas a mis reclamaciones de las multas. N., una amiga de hace muchos años, echaba de menos mis ojos llenos de melancolía. Tenía razón, tal vez no en echarme de menos, pero sí en que soy un tipo melancólico [melancolía - tristeza vaga, profunda y sosegada, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada]. Me sorprendió leer aquello, porque no pensé que fuese tan obvio. En el momento al que se refería, yo llevaba más o menos el mismo tiempo que llevo ahora lejos de casa...


Supongo que me ha atacado la morriña, esa tan característica de los galegos y galegas de toda la vida, igual que me sucedió con 20 años. Por aquel entonces no tenía coche propio. Mis viajes continuos de norte a sur y de sur a norte duraban algo más de dos horas y media, de estación a estación, traqueteando, acurrucado en los no siempre cómodos asientos de regionales y TRDs, dormitando, pensado en el ya citado "vayaustedasaberqué", leyendo o escribiendo relatos cortos revisados en soledad y con poca frecuencia.


El coche lo ha cambiado todo (¿tengo que repetir lo poco que me gusta conducir?), o al menos, las dos horas y media de estación a estación, traqueteos, acurrucamientos y la lectura y escritura de relatos cortos. El dormitar y el "pensar en" lo sigo haciendo, aunque, eso sí, con por lo menos un ojo abierto, ya que todavía no he memorizado todas las curvas de la AP-9 ni han reservado para mí solo cada uno de los 155.000 metros de asfalto.


La hora y media actual de norte a sur cuenta con muchos inconvenientes y un único punto a favor, el cual, sin embargo, traslada a un segundo plano todas aquellas costumbres tan bien mecidas por el tran-tran del caballo de hierro. Durante un (tristemente) escaso kilómetro, la velocidad en la autopista se reduce, de forma efectiva, a un maximo de 80 km/h.. Gracias a un radar estratégicamente colocado al principio (o final, según se mire) de mis frecuentes viajes norte-sur y sur-norte, por unos momentos dejo de añorar mis antiguos acurrucamientos.


A 50 km/h., con las ventanillas abiertas haga frío o calor, llueva o nieve, la música a todo volumen y la pretendida melena al viento, un tipo melancólico esboza una sonrisa amplia y generosa al tiempo que gira la cabeza a un lado y al otro para contemplar estupefacto una parte de su hogar, tras lo cual cierra sus ojos y respira, profundamente, ya inmerso en el mar, mientras cruza el Puente de Rande. Es complicado imaginar cómo es posible condensar tanto en tan poco...


Let's go Padres!. Soy como el resto de europeos. Tampoco he sido capaz de aguantar hasta el final del partido de baseball, a pesar del hotdog con mucha mostaza y el 6-0 que los San Diego Padres le endobasan a los San Francisco Giants mediada la sexta entrada. Normalmente, el fútbol americano y sus touch-downs son más animados (o menos aburridos) que los bateos y home-runs. Eso dicen, yo no puedo constatarlo personalmente porque todavía no he asistido a ningún partido de fútbol yankie, aunque la existencia de las animadoras en este último deporte y no en el baseball me hace pensar en que, al menos durante 5 o 10 minutos, para mí, el "balón" sería más interesante que la pelotita.


En cualquier caso, mis dos amigas alemanas querían volver a Newport Place tras disfrutar las dos primeras horas y casi seis entradas. Yo asentí porque llevaba ya un buen rato inmerso en las aguas del Estrecho de Rande, ése en el que naufragaron muchos de los barcos enumerados por Cela, algunos de los cuales, hundidos en la batalla del mismo nombre -Rande-, dicen, estaban cargados de oro.


Y es que tal vez, sólo tal vez, el "oro" que este vigués-coruñés vino a buscar a California esté esperando oculto en alguno de aquellos galeones hundidos en batalla y, algún día, por casualidad, lo encuentre en uno de mis numerosos viajes y consiguientes inmersiones, con los ojos cerrados, en las aguas bajo el Puente de Rande.

domingo, septiembre 25, 2005

Size matters

Sí, efectivamente, aunque os hayan dicho en infinidad de ocasiones lo contrario, el tamaño importa, y mucho. Al menos es así aquí en América. Y no, no voy a hablar de sexo, al menos no de forma explícita, aunque espero haber captado vuestra atención para el resto del post.


¿Sabéis lo poco que me atrae conducir? No me gusta en absoluto. Soy una de esas personas que está siempre pensando en "vayaustedasaberqué" y le cuesta muchísimo prestar atención a algo tan repetitivo, trivial y aburrido como es conducir un coche para, simplemente, ir de un sitio a otro. A pesar de todo, hace un año me compré uno (coche), por motivos que no vienen al caso, y en España lo uso con cierta frecuencia, sobre todo para ir desde la mitad de mi hogar al otro y viceversa. Aunque mis amigos vigueses, sobre todo Trish y Bouzadita, me repiten una y otra vez que soy un "mal conductor" (con otras palabras menos amables), puedo afirmar con total orgullo que tras 25.000 kms. no he tenido todavía ningún percance. Teniendo en cuenta que soy un tipo despistado (o con problemas para prestar atención a cosas triviales) y lo poco que me gusta, no es un mal récord.


Debido a este desinterés mío por la conducción, al venir a U.S.A. me olvidé, casi a propósito, mi permiso de conducir. El lado positivo es el sosiego para mi cabeciña, que puede estar siempre pensando en sus cosas, y también la tranquilidad para los peatones y conductores estadounideneses. Ahora bien, no tener coche entraña terribles problemas de falta de independencia en una gran ciudad como San Diego.


Los coches yankies, precisamente, son el primer ejemplo de lo mucho que le gustan las "cosas grandes". Aquí es imposible ver utilitarios. Esa gama de automóvil de escasa cilindrada diseñado para moverse por ciudad simplemente no existe en América. Les gustan los turismos familiares, los trunks (camionetas) y los todoterrenos. Cuanto más grande mejor. No es complicado encontrarse con algún vehículo de 4 ruedas donde el chásis está por encima de 1 metro de altura, es decir, con ruedas de molino por neumáticos. Supongo que también les darán cursos de escalada antes de venderles el coche...


Estados Unidos por sí solo es el responsable del 25% de las emisiones de CO2 a la atmósfera de todo el mundo, con lo que ello supone para el calentamiento global. Ante la espectacular subida del precio del crudo, lo cual parece ser un problema estructural de la economía (más allá de un suceso puntual) ocasionado por el aumento del consumo de energía del Gigante Asiático chino, supongo que hará reflexionar a muchos bolsillos sobre si realmente vale la pena conducir un automóvil de más de 2.000 CC.


Además de los coches, hay otros "indicios" para apoyar el tema de este post. Ir a un supermercado es toda una experiencia. El tamaño familiar es absolutamente popular en todo lo relacionado con alimentación. Yo reconozco haberme dejado seducir por la cultura nativa y tener la nevera plagada con bidones de 1 galón de leche y zumo de naranja, 2,5 galones de agua y yogures de medio litro. Los paquetes de cereales y patatillas pueden llegar a ser realmente monstruosos.


En España, por contra, está de moda lo minimalista, no solo en la alimentación. Mini-pisos y mini-pizzas son la clara muestra de la popularidad de las "familias" de 1 solo miembro. La soltería y vivir solo es algo cada vez más común en España, con lo cual necesitamos envases con menos en lugar de más.


Con todo, lo que realmente me ha empujado a escribir sobre lo importante del tamaño en América no son los coches ni los envases de tamaño familiar, sino los realmente impactantes anillos de las mujeres (casadas) yankies. ¿Alguien puede explicar por qué motivo llevan tales pedruscos engarzados en sus dedos? Entiendo que puedan medir, de algún modo, el "amor" de su prometido por el tamaño del brillante incrustado en el anillo de pedida, pero ¿qué motivo podría haber para seguir llevando semejante artefacto tras la boda?


No puedo imaginar la cantidad de lesiones involuntarias que se habrán producido debido a estos anillos, más peligrosos que un puño americano. Y realmente temo el día en que alguna casada americana pueda enfadarse conmigo por cualquier motivo y herirme con sejemante arma blanca. ..


lunes, septiembre 19, 2005

Pressing catch

8 alemanes. Concretamente, 3 alemanas y 5 alemanas. Así empezó mi noche del viernes: 9 personas a cenar y un único no german speaker.


Si fuera un español "de verdad", acabarían todos intentando hablar español, pero supongo que no soy tan auténtico, porque lo cierto es que cualquier día empiezo a hablar y entenderlo como si fuera mi segunda lengua, al estar casi siempre rodeado de un montón de alemanes y, principalmente, alemanas. De hecho, acabé la noche con otros/as tres más no incluídos en el primer grupo, despidiendo a una que se volvía a París (sí, alemana viviendo en París) por la mañana.


Hablando de gente auténtica, además de mis amigas alemanas, buena parte de la noche la pasé con Andrés Pajares y Fernando Esteso, principales protagonistas de famos películas del destape post-franquista vivido en España a finales de los 70 y principios de los 80, como las "inolvidables" (según Trish) "Los bingueros" o "Yo hice a Roque III". He de reconocer que yo también he visto esas películas, aunque no las considero precisamente inolvidables (seguramente por mi pobre cultura cinematográfica, incapaz de reconocer el valor de estos clásicos de la madre patria más castiza).


En cualquier caso, obviamente, no eran exactamente Pajares y Esteso mis compañeros de copas el viernes noche. Eran dos amigos españoles que querían conocer, como yo, el mejor club de San Diego. Cuando le dije a uno de ellos que me recordaba a Alfredo Landa en las clásicas películas, mi otro amigo me dijo que no, que en realidad en el colegio mayor a ellos dos les llamaban Pajares y Esteso. Lo único que puedo decir es: qué par de cracks!


En cualquier caso, eso fue tan solo el principio. Una noche en un club yankie da para mucho, a pesar de lo pronto que cierran -1.30 am-, si lo comparamos con España. Alrededor de la 1 de la mañana tuvimos la oportunidad de presenciar una "pelea americana". No es que fuera parte del show, sino que varios muchachos en el club decidieron que debían discernir sus diferencias a mamporro limpio, para jolgorio y alegría del respetable. Seguramente una pelea en un club nocturno o discoteca no es algo tan destacable. En España la gente también se pelea por las noches en medio de la pista de baile. Si me he decidido a hablar de esto en el blog es porque en dos semanas he asistido a no una, sino dos peleas en discotecas. Con la estadística en la mano, más del 50% de fines de semana viendo golpes, tal vez las peleas nocturnas sean una costumbre tan americana como las hamburguesas, y no quisiera dejar de contaros ninguna de las tradiciones del lugar.


La semana pasada, en sábado, fuimos Mandy, Anne Sophie, JP y yo a bailar a un club de hip-hop llamado Rox. Es el preferido de Mandy en San Diego, tanto por la música como por la gente (explicar el porque de esto se saldria del post) . De repente se hizo un círculo en medio de la pista de baile y aparecieron 4 chicas intentando pegarse. Digo intentanto porque eran incapaces de mantener el equilibrio y estaban continuamente cayéndose al suelo, levantándose y volviéndose a caer, con la sorprendente capacidad de no soltarse el pelo, bien y dolorosamente agarrado por ambas partes. Alguno de los valientes que intentaron separarlas se llevo un buen "regalo" para casa, y el resto del público, visto el resultado del buen samaritano, se limitó a permanecer espectante o animarlas con gritos de "fight, fight!". Los porteros, verdaderos gorilas de tamaño y corpulencia descomunal, tardaron un buen rato en separlas y conseguir que una de ellas abriese la mano y liberase el pelo de otra. Por qué tendrás las mujeres esa manía de asirse del pelo cuando pelean?


Fue la primera pelea entre chicas que he visto en mi vida y me pareció algo absolutamente ridículo, aunque no gracioso. Me recordó a aquellos fines de semana ante el televisor, con 10 años, viendo Pressing Catch. Todavía no sé quién me dijo que aquellas televisivas no eran de verdad, sino meras coreagrafías, pero todavía recuerdo nombres como los de Los Sacamantecas, El Enterrador o, como no, Hulk Hogan...


Durante toda la semana he pensado que el espectáculo de las tías tirándose del pelo en el Rox era lo más ridículo que nunca podría contemplar, pero la verdad es que rápidamente he cambiado de opinion. Los tíos del viernes, también con problemas para mantener el equilibrio mientras intentaban soltar el brazo para golpear la cara del rival, "abrazados" en el suelo, más cerca de besarse que de cualquier otra cosa, eran igual de ridículos y patéticos que sus predecesoras.


Sin lugar a dudas, todos los contendientes de estos dos fines de semana, tanto ellas como ellos, veían al igual que yo los programas y espectáculos de la Word Wrestling Federation (WWF). A diferencia de mí, en su caso no solo recuerdan nombres de luchadores, sino también algunas llaves, y quisieron poner todo ese conocimiento en práctica en medio de una pista de baile, ante la mirada del entregado público asistente. Están locos estos romanos!

domingo, septiembre 11, 2005

Mami, sólo 5 minutos más...

"Eso de que vas a California a estudiar no se lo cree ni tu madre", me espetó un buen amigo días antes de subirme en el primero de los tres aviones que posibilitarían mi llegada a San Diego.


La gente de España con la que he hablado estos últimos días, así como aquellos que envían emails o escriben comentarios en el blog, piensan que mis días en California son básicamente playa, fiesta y siesta (por cierto, estas dos últimas palabras han perdido parte de su carácter exclusivamente español, son ya internacionales y forman parte de muchos otros idiomas, como he podido comprobar en San Diego). Lo cierto es que no los culpo, ya que viendo las fotos en flickr y leyendo mis últimos posts es complicado imaginar o siquiera plantearse cualquier otra cosa, como que voy a clase todos los días o que tengo algún examen cerca.


Como comprenderéis, resulta mucho más atractivo publicar fotos y escribir acerca de fiestas, barbacoas y sonrisas que de mi vida cotidiana, por otro lado también ilusionante y divertida.


En cualquier caso, recientemente le he facilitado a mi hermana tanto la url del blog como la de las fotos, por lo que espero que mi madre pueda también leerme y verme a través de la red alguno de estos días. Por esto último, por y para tí, mami, va dedicada esta nueva entrada de mi diario californiano.

He pronunciado tantas y tantas veces las palabras que dan titulan a entrada del blog a lo largo de mi vida... Y quién no? Acaso, durante vuestros años de escuela, instituto y, quizás, universidad, si pasastéis estos últimos años en el hogar materno, no rogabáis a vuestra madre esos 5 minutos más de sueño?, ese estado entre consciencia e inconsciencia tan magistralmente descrito por Milan Kundera en La vida está en otra parte.


Tal vez vosotros no fuerais tan afortunados como yo, pero lo cierto es que guardo un recuerdo imborrable de todas aquellas mañanas lluviosas en las que mi madre me despertaba y yo pedía, con voz somnolienta, unos minutos más, en muchas ocasiones aún en pleno y profundo sueño.


Ese estado de sueño-vigilia, uno de los mayores placeres de la vida, de lo cotidiano, es algo de lo que sigo disfrutando, claro que la maravillosa voz de mi madre y mi petición somnolienta de clemencia ha sido substituída por la alarma y el consiguiente manotazo desesperado al snooze del despertador.


Aquí, en San Diego, en cierta forma, también tengo alguien ocupado de obligarme a poner pie a tierra por las mañana. A diario, mi compañera de apartamento, Judith, me recuerda que la hora de salida hacia el gimnasio son las 7:15am. Es evidente el choque de culturas. Para ella, mis 5 minutos son una impuntualidad repetitiva y cansina. Para mí, es una parte irrenunciable, aunque algo absurda, de mi de recuerdo del hogar y sentimiento patrio.


Sí, cada mañana, antes de entrar en clase a las 9am, voy al gimnasio a sudar un poco y mantener la razonable buena forma con la que llegué a USA. Aunque no vaya a intentar mantener la barriguita a raya y engordar mis bíceps (ver en el post "Tetas y culos" cuan imporante es ir al gimnasio en California), acompaño siempre a Judith a la universidad a las 7:15 para estudiar o acabar mi homework no hecho el día antes.


Entre las clases, la comida y la biblioteca o laboratorio de idiomas paso el día hasta las seis o siete de la tarde, cuando me escapo de nuevo en trolley hacia Newport Place.


GMAT, TOEFL y la asignatura Marketing of Technology de la Universidad Estatal de San Diego ocupan y ocuparán la mayoría de mis horas de lunes a viernes, además de alguna otra también los fines de semana.


Podría hablar mucho sobre lo poco que conozco de la vida académica en la universidad americana, o un poco de porqué puedo ir a una clase -Marketing of Technology- reservada a postgraduados, pero creo que necesitaría otra entrada entera para ello, y esta ya se está alargando demasiado.


En resumen, mami, tu hijo está aquí también para disfrutar, estudiando, su vuelta a la Universidad. Y sus días pasan entre clases y libros, además de playa, fiesta y siesta.


Cada mañana, cuando el insoportable sonido del despertador interrumpe mi sueño y mis sueños, mientras replico con toda la energía de la que puedo hacer gala antes de las siete de la mañana, recuerdo aquellos días lluviosos de instituto en Vigo y también, al menos por unos instantes, escucho la voz de mi madre intentando despetarme y le respondo: "mami, sólo 5 minutos más..."


un beso grande para tí y otro para mi hermanita

viernes, septiembre 09, 2005

Carta a los padres en California

Estimados padres y madres de jóvenes californianas:


en primer lugar, permítanme disculparme por dirigirles esta misiva en el idioma de Cervantes, pero mi inglés actual no me permitiría hacerles llegar el mensaje con toda la precisión y eficacia que su gravedad merece.


El motivo de este escrito, que espero les llegue a través de los mares del gran océano Internet, en la botella dorada que es mi blog, no es otro que el transmitirles mi enorme preocupación por el bienestar y salud de sus amadas y jóvenes hijas.


He podido comprobar, en mi reciente viaje a México, concretamente a la ciudad de Rosarito, algunas decenas de kilómetros al sur de Tijuana, el gran peligro y grave problemática a la que se enfrentan.


Déjenme decirles que México, a pesar de sus cálidas y maravillosas gentes, dista mucho de ser un lugar seguro. Antes de cruzar la frontera, es muy aconsejable visitar alguno de los numerosos drive-in existentes para asegurar el vehículo durante los días que esté fuera de USA. Como saben, su seguro de automóvil no es válido cuando visitan a su vecino del sur y es recomendable, aunque no obligatorio, una póliza a mayores que les permita viajar con tranquilidad.


Para un modesto vigués-coruñés, acostumbrado a pequeñas y tranquilas ciudades, asegurar el coche en tales circunstancias puede resultar preocupante. Ya saben que las compañías de seguros no admiten los caprichos ni creen en la casualidad. Si el seguro no cubre ningún posible contratiempo con su vehículo en México, por algo será...


Además, durante el viaje, uno de los compañeros del mismo y conductor del vehículo, ante mi curiosidad sobre el entorno mexicano, amablemente me explicó sus tres detenciones -dos en Tijuana, una en Rosarito- y visitas de una noche a la cárcel en ese País. Al parecer, tampoco es aconsejable pasear solo por la calle siendo entranjero. La policía tiene mucho trabajo por las noches, y cualquier "sospechoso" es susceptible de ser detenido y "pasar por caja" para abandonar la cárcel de la comisaría.


La advertencia sobre las detenciones no era baladí, ya que pudimos comprobar lo que puede suponer orinar en la calle. En este caso, nuestro amigo Frederik tuvo la fortuna de conocer el asiento trasero de un coche patrulla mexicano durante tan solo 15 minutos, mientras otro de nuestros amigos, con ascendencia nativa, negociaba su liberación. Por suerte, $10 dólares fueron suficientes para devolverlo al grupo, aunque $100 hubiera sido la cantidad a pagar en circunstancias normales.


Sin embargo, la necesidad del seguro, no separarse del grupo de amigos o miccionar en la calle para no ser detenido no son el objetivo principal de esta historia.


El club objeto de nuestra visita, posiblemente el mejor y más popular del norte de México (al que daremos el nombre en clave de "Papas y Cerveza"), requería el pago de $30 por la entrada, sin derecho a consumición, pudiendo albergar a más de 10.000 personas al aire libre, disfrutando de la música y los espectáculos. Los policías armados en la entrada, así como el numeroso personal de seguridad privada, les darán seguro una idea sobre el ambiente reinante.


Precisamente, relacionado con el "espectáculo" del club citado, por otro lado presente en la generalidad de clubes mexicanos, versa de forma principal la preocupación en esta carta.


Los numerosos carteles en la carretera indicando de forma concreta y directa "No hagas nada en México que no harías en los Estados Unidos", no son suficientes para convencer a los jóvenes sobre el comportamiento adecuado cuando se sale de la madre patria estadounidense.


Consumir cocaína y drogas de diseño (igualmente baratas y populares), beber alcohol hasta perder el sentido o practicar sexo oral en cualquier esquina no es algo que sus hijos e hijas no hagan también en los Estados Unidos. Posiblemente lo hagan, aunque seguramente con mayor mesura y menor ostentación.


Sí, sus hijos e hijas van a México a hacer de forma desenfrenada y absolutamente pública lo que en Estados no les permite su minoría de edad, su verguenza o, simplemente, el entorno tan familiar y cercano a su hogar. Sin embargo, mi preocupación, citada ya en repetidas ocasiones, no tiene que ver tampoco con las drogas, el alcohol y el sexo. Como saben, además, la misma se centra absolutamente en sus hijas, y no en los varones.


El "espectáculo" del que hablaba con anterioridad está protagonizado de forma absoluta y estelar por sus hijas. El mismo trata de bailes obscenos con animadores y clientes del local, con el ingrediente principal de quitarse la ropa, enseñando con enorme felicidad e infinita sonrisa, culos y tetas. (Por cierto, cuánto atractivo pierden sus hijas al presumir de tal forma de borrachera, drogadicción, falta de ropa, culos y tetas!)


La necesidad, tan obvia y fehaciente, de convertirse en el centro de atención de miles de miradas a cualquier precio, aunque solo sea por unos minutos, tiene un enorme agravante que espero puedan constatar y solucionar al leer este mensaje sincero: padres y madres de California, sus hijas no conocen la existencia de las bragas!


Así es, esa prenda tan clásica y femenina que tan solo se diferencia de los tangas -usados por todas las norteamericanas sin excepción en los clubes de México- en que usa algo más de tela para cubrir la zona donde la espalda pierde su casto nombre, es desconocida para la totalidad de sus hijas.


Al haber visto con estupor tantos culos de estadounidenses en México, comprobando con horror que la totalidad de la juventud femenina norteamericana desconoce la existencia de las bragas, no he podido sino resolver el dirigirme a ustedes de forma decidida y veloz, rogándoles encarecidamente que hagan lo posible para solucionar esta grave problemática.


Respetuosamente, se despide,
un vigués-coruñés buscando "oro" en California

domingo, septiembre 04, 2005

Tetas y culos

Ante las insistentes peticiones y aparente falta de interés por las entradas actuales del blog, he decidido dar un pequeño giro de estilo y tratar temás más "interesantes" para la audiencia. No será un giro al centro, como aquél protagonizado por el PP y Aznar en su momento, sino un giro brusco y vertiginoso hacia ninguna parte, por pura diversión.


Qué es lo que vende en "este País" (no se dice este País, se dice Erspaña!)? Pues, obviamente, la "carne". He de decir que, más allá del kilo de carne, el morbo, lo estrafalario y salido de tono sería incluso más apetecible para mis queridos y ocasionales lectores, pero esto todavía no es Crónicas Marcianas...


Hace ya unos cuantos años, un amigo y compañero de Universidad algo más viejo y sabio que yo, me explicaba con cierta sorpresa (ante mi ignorancia) una teoría sobre el sexo masculino y su interés físico por el opuesto.


Según él y la cultura popular más arraigada, con respecto al interés y gusto por las mujeres, existen tan solo dos tipos de hombres: aquellos que prefieren las tetas y aquellos que prefieren los culos.


Aunque en aquel preciso momento yo no supe posicionarme en ninguno de los bandos, con el tiempo he aprendido que pertenezco claramente al segundo grupo. Es decir, con respecto al físico, en las mujeres priorizo mis parejas sexuales dando más importancia a que me guste su culo que sus tetas.


Decir, sin tapujos, "soy un hombre al que le gustan los culos más que las tetas" podría servir, fuera de contexto, como motivo de mofa, escarnio y "maldicir", pero...


En USA, tan enamorados de lo políticamente correcto, esta entrada podría incluso herir sensibilidades, pero siendo este un blog que no pretende ser correcto ni herir sensibilidades, me sirvo de esta pequeña historia personal para introducir el verdadero asunto de este post: hombres/chicos, mujeres/chicas y playas en California.


Muchos de los que no hayáis tenido la suerte de visitar las playas del Pacífico en California, podéis ver las fotos de este afortunado especimen de la naturaleza (yo) en Pacific Beach (San Diego, CA) en flickr: http://www.flickr.com/photos/lafiebredeloro


Supongo que la mayoría, debido a las películas sobre California y su mente calenturienta, imagina sus playas y alrededores llenas de patinadoras rubias en bikini, además de salvavidas enfundados/as en pequeños y ajustados bañadores rojos.


La realidad, que muchas veces supera la ficción, en este caso sólo forma parte de ella. Las playas son tan inmensas y están asestadas de tal forma que, lógicamente, todo cabe, incluyendo bellas patinadoras en bikini.


Cierto es que, entre toda esa marabunta humana cegada por el sol y enloquecida por el calor, algunos detalles no se escapan a unos ojos aviesos de conocer la realidad yankie como los de quien suscribe: el culto al cuerpo es una característica innegable de la juventud estadounidense o, al menos, de los chavales y chavalas que toman cerveza, comen pizza, burritos y hamburguesas, charlando de pie a 30 grados bajo el sol, un sábado por la tarde sobre la arena frente al Pacífico.


Sí, abdominales, bíceps y otros músculos apreciados entre los hombres, los cuales muchos de nosotros ya hemos olvidado dónde se encuentran, campan a sus anchas por la arena, poniendo en evidencia a cualquier vigués-coruñés esforzado por ir al gimnasio al menos un par de veces por semana.


Las chavalas/mujeres/chicas californianas no se quedan atrás. Sin embargo, imagino que debido a una dieta rica en fast food y comida precocinada, los culos (sí, los culos) de las estadounidenses en California se ven superados de forma absoluta en la comparación por sus tetas (sí, por sus tetas), me permito especular que debido a la moda de la cirugía estética y su alto nivel adquisitivo.


Con todo, bien es sabido que una de las principales características del ser humano es su increíble capacidad de adaptación, por lo que este modesto vigués-coruñés, buscando oro en California, tendrá que cambiar aquella respuesta y preferencia juvenil para adaptar sus gustos a la realidad californiana.


Hoy, a pesar de la difícil elección entre Pacific/Mission/Coronado Beach y las playas de México, he optado por estas últimas, y en un par de horas espero estar tostándome frente al Pacífico del gran vecino del sur.


Prometo, en mi próxima entrada, algunos comentarios sobre mi actual visión de la sociedad americana, o las playas y noches de México. Tal vez cuente algo sobre la Universidad de San Diego, quien sabe...