domingo, octubre 29, 2006

El milagro de los panes y los peces aplicado a un filete


O de como pasar de un solo filete a un bowl entero lleno...

Ayer realicé sobre la bocina (sábado, 20.45) mi segunda visita al súper en dos semanas. Por lo tanto, mi intento de récord temporal sin pasear por laberintos repletos de comida se ha ido al garete. Reconozco necesitar mi zumito de naranja mañanero, además de mis choco krispies con leche (soy adicto), para empezar el día con energía.

La cosa en el súper no fue bien: Primero porque a base de no ir me voy a olvidando de las cuestiones más básicas, como coger el carrito al entrar o saludar al segurata con cara de "no me he afeitado en toda la semana, pero no robo ni mato, soy de fiar hombre, no me mires así...".

Segundo, porque he descubierto la existencia de una conspiración judeo-masónica en mi visita a la sección de refrigerados: No había pizzas Casa Tarradellas 4 quesos, las que más me gustan! No es que no les quedasen, es que no las venden!. Tiene muchas de las otras variedades, pero la 4 quesos no las hay en los Eroskis, inaudito. A este paso van a acabar con mi "dieta mediterránea" y mis extraños días de cena-yogur se van a convertir en costumbre. Como le diga a mi madre que no ceno por su culpa... Estos del Eroski no saben con quien se la juegan.

En cualquier caso, hoy domingo 29 de octubre ha sucedido algo bastante más grave, una verdadera catástrofe:
El calentamiento del planeta, con la consiguiente subida del nivel del mar y fundimiento de los polos ha llegado a mi piso coruñés antes de tiempo. No, no se me ha inundado la casa, aunque casi casi, va por ahí...

Ayer por la tarde-noche, aleccionado después de haber comido malamente por no haber descongelado comida el día anterior (la nevera estaba obviamente vacía), decidí anticiparme y sacar del congelador un trozo de carne envuelto en papel albal. Es decir, sigo atracando sin complejos la infinita despensa de mi compi de piso "hormiguita" exiliado en Finlandia.

La cigarra, con la que cada vez me identifico más debido a mi creciente desgana general, sigue haciendo valer su pertinaz caradurismo para mantenerse por encima de los 70 kilos de peso.

Hoy por la mañana, levantado a una hora prudente superior a las 13, tras haber llegado a casa más allá de las 6 de la madrugada, me acerqué a la nevera para felicitarme por mi sentido común del día anterior. Al sacarle el papel albal al trozo de carne descubrí la sorpresa de un filete de pollo. Esta primera sorpresa fue positiva, pero la siguiente...

[nota del autor: el siguiente párrafo debe ser leído a toda leche, con respiración entrecortada, los ojos muy abiertos y suspense en el ambiente]
De pronto, por puro instinto de amo de casa, mi vista pasó de observar la ya no tan vacía nevera a dirigirse hacia abajo, no para comprobar que mis descalzos pies seguían siendo tan desiguales en tamaño como siempre, sino para ver con estupor... ¡la puerta entreabierta del congelador! (toma pareado, soy un poeta).

Nuestra falta de mantenimiento del congelador provocó lo inevitable: Tanto hielo acumulado no dejaba que las bandejas interiores recupesan su posición y, ante cualquier despiste, la puerta no cerraba bien.

Era como poner un chupa-chup a la puerta de un colegio, juntar el hambre con las ganas de comer... El hombre despiste, la cigarra, el recordman de vasos y platos rotos ("uséase", un servidor), no cerró bien la puerta el congelador cuando sacó el trozo de carne envuelto en papel albal...

Al agacharme y abrir totalmente la puerta, el espéctaculo no podía ser más dantesco. Ríase usted de las calles de Cee cuando dejen de ser sus calles canales venecianos!. El interior del reducto del frío extremo de mi piso coruñés parecía un museo de polos de carne, al haberse convertido los jugos en cuerpos de hielo de las más variadas formas.

Consecuencias:
- Congelados de cocinar sin descongelar, a la basura.
- Filetes de color oscuro, probablemente derivado de su naturaleza terneril, por si acaso, a la basura.
- Filetes de fletán, sin ánimo de resucitar aquel antiguo conflicto hispano-canadiense sobre el fletán negro, a la basura.
- Toneladas de hielo y escarcha, muchas teñidas de color carne, campando a sus anchas por todos los lugares posibles dentro del congelador.
- Lo mejor, el milagro de los panes y los peces aplicado a un filete (de pollo): toneladas de carne, suficientes para acabar con toda el hambre de África septentrional durante 1 semana, a la nevera, llenando un bowl del tamaño de un campo de fútbol [flickr.com].

En mi currículo de maruja ama de casa puedo poner por fin (tras 10 años): "descongelar y limpiar el congelador". No hay mal que por bien no venga...

Después me lo pasé como un enano dando golpes con la cuchara de madera, hasta llenar el cubo de la fregona del hielo y la escarcha pegados a las paredes y demás recovecos desconocidos de la máquina del frío bajo-cero.

Porque vino una amiga a comer de forma tardía y sorpresiva, que si no hubiera aprovechado tal cantidad de hielo para construir un iglú en el salón y realquilar el espacio a un par de esquimales... Madre mía, qué cantidad de agua solidificada cabía allí dentro! Eso sí, lo he dejado como una patena [flickr.com].

martes, octubre 24, 2006

Recapitulando

Según la RAE, recapitular es "recordar sumaria y ordenadamente lo que por escrito o de palabra se ha manifestado con extensión". Para mí hoy, listar mis últimas experiencias mínimamente alojadas de lo cotidiano en este mi blog.

Recapitulando, la semana pasada fui al súper. Sí, ya sé, lo de todas la semanas... Ya, ya... En mi caso, en los últimos 60 días, o 2 meses para los que no gusten de sumar y restar, mi penúltimo paseo por un super se remonta al veintitantos de agosto. Es decir, 1 visita entre septiembre y octubre.

¿Cómo he sobrevivido a tal desafío? Pues siguiendo el manual del perfecto soltero: comiendo everyday al lado de la oficina, optimizando las comidas de empresa, yéndome de tapas y cañas entre semana, pasando por casa de mamá e ingiriendo en dos días lo de la semana entera...

Mi nevera está, lógicamente, más vacía que el fondo para viviendas sociales de Marbella. Por suerte, uno de mis compis de piso, emigrado temporalmente a Escandinavia, congela y almacena cual hormiguita toneladas de comida, por si una bomba nuclear nos aislase del mundo conocido. Como para cuando vuelva la comida ya no serviría, tendré que hacerle un favor e ir vaciando el congelador poco a poco...


Recapitulando, hoy me he cortado el pelo. Sí, otra vez, aunque esta vez digo "cortado" y no "entresacado". El motivo del cambio de término es porque la palabra "corto" tiene diferentes acepciones según quién la escuche...

En mi periplo por los diferentes Llongueras de Galicia buscando a María, la única estilista del mundo capaz de convertirme en casi guapo, hoy me he atrevido a arriegar de nuevo, en un nuevo hito de mi cuasi infinita audacia estética, o esa inexistencia de miedo al ridículo que me caracteriza.

Como resultado, el débil Sansón a mi lado parecería Tina Turner. Es decir, mi estilista en suerte de hoy tenía por sobrenombre Dalila, y además se ve que la lección de los 25 cms se la dio algún acomplejado... He vuelto a mi look de hace años, es decir, pelo extraordinariamente corto.


Recapitulando, hace 2 semanas, Anso, mi amiga y peluquera francesa, me invitó a visitarla en Lille. Aprovechando mis últimos días de vacaciones, me iré a verla y pasearme por primera vez por Francia en noviembre. Avión más TGV, menos de 250 € ida y vuelta.


Recapitulando, ya por último, he presentado mi proyecto fin de carrera. Fue hace unas dos semanas. Ni siquiera me he molestado en ver la nota. Lo sé, soy lo peor, pero después de tanto tiempo lo último que me interesa es conocer la calificación. Quiero el papelito ese donde dice que soy ingeniero!

sábado, octubre 21, 2006

Últimamente

O lo que es lo mismo, desde mi último, penúltimo o antepenúltimo post, es decir, últimamente.

Vaya frase de círculo, como la novela del mismo nombre, de Suso de Toro [wikipedia], la cual empieza igual que acaba, o acaba como empezó, en cuyo caso ya no sabemos dónde está el final y dónde está el principio (los del círculo).

Si la leí hace años, por qué me acordaré de ella ahora? Será porque está lloviendo y la novela estaba ambientada en Santiago y su casco antiguo con calles de piedras (sí, piedras, no piedra). Y es que a mí la lluvia siempre me recuerda a Santiago de Compostela, la ciudad más lluviosa del mundo en mi pequeña realidad, esa de detrás de mis gafas ahora verdes, antes azules.

Pensando, pensando... Llueve sobre las piedras y estas se mojan, qué cosas, para que luego digan que el mundo cambia continuamente. No cambia nada, todo sigue igual, al menos para las viejas piedras de Santiago y cómo se mojan bajo la lluvia, con gotas que caen de punta y luego se juntan para correr siempre hacia abajo, donde quiera que esté "abajo".

Pues eso, nada cambia, siempre habrá piedras en Santiago, siempre habrá "abajo" destino de gotas convertidas luego en ríos urbanos, ríos de alcantarilla, ríos de los de toda la vida... los cuales desembocarán en el mar, para volver a convertirse en gotas y saltar desde las nubes de nuevo sobre las piedras. Otro círculo que se cierra, otra vez sin final ni principio.

Qué bien se lo pasan las gotas, vivan los círculos! Pobres piedras, abajo los círculos!

Ah!, cierto, cuando llueve también me acuerdo de San Diego, con San pero sin Tiago. La primera vez que ví llover allí salí a mojarme, a cerrar los ojos y sentirme piedra santiaguesa por un rato.

Estaba loco/bebido/drogado? No creo, seguro que hasta las piedras echan de menos mojarse, a las gotas, de vez en cuando. Al fin y al cabo, cuando falta alguna (piedra), algunas gotas se apenan por su desaparición y, en vez de correr hacia abajo, se quedan para llenar su hueco. Es normal que las echen de menos.

Cuando algunas gotas se hacen pasar por alguna piedra se dice charco, lo que crucé para llegar a San Diego y sentirme pétreo bajo la lluvia yankie. Dicho de otro modo, charco: mera excusa para cerrar otro círculo, el del sin Tiago.

Y van 3 círculos en lo que va de post: el de Suso, el de las gotas y las piedras, y el mío con San Diego, aquel de Santiago-San Diego-Santiago. Éste último se cerró al aterrizar en Santiago y ver a toda mi pandilla viguesa, con lo que tuvo principio y fin, o no?

Cuán largo el desvarío previo para volver al principio (otro círculo) y al "últimamente", una palabra de esas para referirnos a algo abstracto, lo último de no se sabe cuándo, tan válido para los últimos 27 años, 10 meses y 15 días -mi edad actual-, como para los últimos 45 minutos, cuando empecé esta historia de círculos, gotas y piedras.

Por qué? Porque mi vida, últimamente, va en círculos. O ella o yo, no lo tengo claro, a lo mejor ambos, quién sabe.

jueves, octubre 12, 2006

De color de rosa

En algunas ocasiones, la vida es "de color de rosa", es decir, todo va mejor que bien y uno lo percibe todavía con mayor optimismo y alegría simplemente porque sí.

Cuando nos ponen esas gafas tintadas del rojo desteñido que es el rosa, ya pueden "caerse" otra vez las Torres Gemelas, morirse el perro del vecino o proyectarse un remake del asesinato de la madre de Bambi en prime time mientras cenamos (tragedia suma) que da igual, no se le quita a uno la sonrisa estúpida de la cara ni de broma. Como debe ser, generando arrugas faciales para cuando se pasen los 30 y tengamos (todos, tíos y tías) el baño lleno de potingues para suavizarlas, esconderlas y/o tranquilizar ingenuamente nuestra preocupación por convertirnos en viejos y arrugados recuerdos del pasado.

Claro, la sonrisa estúpida imborrable y el color "de rosa" van normalmente asociadas, en lo que respecta a esta especie animal tan especial que es el ser humano, al amor (correspondido), ese mito/realidad de sobra conocido sobre el que yo escribía en la revista del instituto allá por los años 95-96, el siglo pasado.

Yo, chavales, lo reconozco, llevo unos días en que casi todo lo veo de color de rosa. Alguno se preguntará si es que me he echado novia, lo cual no sería sin tiempo, después de más de dos años caminando por el infinito desierto de la soltería más absoluta, sin más que alguna parada técnica, casual y breve, en oasis sitos en los más diversos lugares del mapa terráqueo.

Podría ser, lo de tener novia y estar estupidamente enamorado, porque al fin y al cabo soy un tipo de los de tener pareja, o eso le parece a algún amigo mío, y eso a pesar de que llevo muchos más años visitando mercados de carne nocturnos por todo el planeta, que realizando escapadas románticas de fin de semana en amor y compañía.

Podría ser, lo de tener novia y estar estupidamente enamorado, el motivo por el cual llevo varios días viéndolo casi todo de color de rosa. Y digo "podría" y digo "casi", porque obviamente no es. Sigo soltero y sin compromiso.

- "Javi, qué pasa, ya estás otra vez con tus flipadurías de la droga de la alegría?"

Otra vez, podría ser, chavales, que mi verlo casi todo de color de rosa de los últimos días se debiese a alguna de mis épocas de "alegría porque sí", de esos en los que tanto da igual que da lo mismo y sirve igual 4 que 40.

Podría ser, porque al fin y al cabo llevo unas semanas tristón perdido, y quien siga este blog desde sus inicios sabe que lo mío son todos ciclos arriba-abajo-arriba-etc., así que ya iría tocando volver al buen camino de levantarse contento sin motivo ni razón conocida... pero va a ser que no.

Ni estupidamente enamorado ni inconmesurablemente alegre. El verlo casi todo de color de rosa es porque, con pareja o sin pareja, contento o tristón, lo que es invariable e innegable es que soy un completo, total y absoluto desastre [flickr.com]. Eso sí, en este caso, un precioso desastre rosa.

Alguien dijo: "El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra". Yo con este tipo de piedras llevo ya un mínimo de 3 tropiezos del mismo color, aunque distinto origen. Por tanto, si alguien dijo, yo digo: "El javi es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra... para seguir después tropezando muchas más veces con otras parecidas".

lunes, octubre 02, 2006

Déjala bailar

Tintinea, levemente, tintinea hacia un lado y hacia otro, pierde color y vuelve a ganarlo, se rebela, no quiere apagarse. Quiere seguir bailando...

Tras una leve pulsión, se agacha y se levanta, ronronea, susurra para mantener su halo de color, su estela aérea. Quiere seguir bailando...

Rueda, empuja la flecha, libera a la bailarina bicolor. Flami, negra modelo se disfraza con tocado azul y rojo. Déjala bailar.