Siento cada gota de sudor deslizándose por mi piel
y el vello, reverente, inclinándose ante su paso,
abriendo camino al inmenso calor de la noche.
Mi respiración entrecortada anuncia, arrogante,
el preludio del más dulce de los sueños,
merecido premio de todos, nosotros y demás insomnes.
Mientras, mi piel sigue rozándose con tu piel,
esquivando la llegada del perenne ocaso,
y saludando, silenciosamente, a la penumbra que antecede al día.
domingo, julio 26, 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)